viernes, 20 de julio de 2012

Primer examen


-Vitale, andá a la cama 205

Era mi primer examen del hospital. Te dan una cama, en la que a menudo descansa un paciente; tenés que entrevistarlo, realizarle el examen físico, redactar una historia clínica y presentársela a tu docente, con quien enfrentarás un interrogatorio. A la tensión del examen se suma la espontaneidad propia de la situación: no todos los pacientes desean ser evaluados, no todos están de buen humor; es más, no todos están. Pequeños gajes que echan por tierra la situación idílica del examen y nos anclan a la realidad.
Lacarra era un varón de 28 años, tostado, bien formado y en buen estado. Y, sobre todo, amable; o como nos gusta decir a nosotros: "colaborador". Estaba perfectamente dispuesto a someterse a todos los artilugios de mi incipiente arte.
Preguntando datos relevantes: padecía leucemia mieloide crónica, que básicamente es un tipo de cáncer de las células de la sangre, de evolución prolongada y muy benigna gracias al tratamiento. Estaba internado por fiebre de origen desconocido. Sobre su vida personal (siempre preguntamos; nosotros preguntamos todo, si nos responden o no, si nos mienten, no es nuestro problema): historia de violencia familiar, abuso de sustancias, había estado guardado unos 4 años en el penal de Magdalena. Ahora era abstemio, adicto recuperado y evangelista, todo un hombre libre.

-Al final no te conté por qué estuve preso- me dice, mientras lo reviso.

En general no pregunto, le cuento. Hay cosas que tenemos que preguntar sí o sí (cada cuanto va al baño, cuántas drogas consume, orientación sexual); pero sobre algunos temas prefiero que sean ellos mismos los que se explayen.

-Maté a un pai umbanda. Me dieron cuatro años de prisión.

Mirá, el tipo estuvo en cana: un fenómeno ¿Qué, mató gente? ¿Y cual hay? Somos una ametralladora de prejuicios; pero si queremos dedicarnos "en serio" a la gente, los prejuicios los tenemos que dejar en el momento en que nos calzamos el guardapolvo ¿Piensan que me inmuté cuando el paciente me comentó que había matado, que era (o había sido) un asesino? Cuántos asesinos, cuántos violadores, cuántos hijos de puta que nunca mataron ni violaron van a estar a nuestra merced; y sin embargo, Lacarra no era tan malo. Adicto recuperado, ex convicto; una historia lo suficientemente interesante como para terminar siendo mi primer parcial en un período corto de internación.

-Cuando maté al pai la comunidad me maldijo. Cuando vienen mis ataques de fiebre, me dicen que son los ángeles, que me castigan por haberme llevado al cura a la tumba.

Le dije que no creía que dios, el diablo, o ninguna fuerza superior fuera incapaz de perdonar. Que ya había cumplido la condena que los hombres le habíamos impuesto; poco podía importarle a la realidad sobrenatural lo que haya hecho en la tierra. La fiebre tendría otra causa; ya la descubriríamos. Pero nadie lleva su culpa por el resto de su vida, menos aún de su muerte.
Y, para nosotros, las culpas quedan afuera de la sala de internación. Los pacientes podrán, a lo sumo, recuperarlas cuando les demos el alta... si las encuentran, si otro paciente (u algún integrante del equipo de salud) no se las ha robado ya.

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