domingo, 22 de julio de 2012

Una de guardia


Son algo así como las diez de la noche. Tenemos enfrente una cama. En esta cama hay una paciente. Negra, en edad media de la vida. Somnoliente... o, mejor dicho, cansada; simplemente cansada.
Ya la habíamos visto la semana pasada: tenía una masa en el balero. Vista por TAC.
"Una masa, una masa..." Una masa puede ser un tumor, una infección, un coágulo; casi cualquier cosa. A veces usamos "masa" como eufemismo de "cáncer"; pero en este caso, hablábamos de una mancha brillante en la tomografía, que no podíamos ni siquiera inferir qué carajo era.
Probablemente una hemorragia consolidada.
En fin... la verdad que por más duro que suene, la paciente no estaba tan mal. Simplemente cansada, quizás un poco mareada; era una mezcla de su problema y de haber estado los últimos diez días (o quizás más) en una cama, en la sala de guardia de un hospital.
Me llama

-Nene, tengo hambre ¡Hace tanto que no como! ¿Tenés idea cuándo sirven la comida acá?

Me fijo, me fijo... hay una especie de lista donde anotamos la dieta de cada paciente. No figuraba en esa lista. Le habrían cambiado la dieta, o la habrían cambiado de cama, imposible saberlo. En parte, para eso estamos los practicantes: para resolver esos problemas aparentemente nimios, que sin embargo joden mucho la vida a los pacientes; un médico y un puñadito de enfermeros no pueden con todo, y algunas cosas se les suelen pasar. Aún a los mejores.
Me pongo la 10: hablo con la médica, lleno la listita ("dieta blanda", y cosas varias), hablo con la gente de nutrición. La comida vendría, eventualmente, hoy más tarde, mañana por la mañana, era indiferente. Lo importante es que ya estaba activada la cinta transportadora mágica.
Pero la paciente, por supuesto, no va a dejar de quejarse; porque ella tiene hambre, y su hambre se sacia con comida, no con "promesas de comida".
Así que voy a otra cama: paciente en coma, que tenía sobre la "mesita de luz" la merienda estándar de la guardia, un paquetín de galletitas con mermelada de durazno. Se la saco; total, no había mucho que pudiera hacer con eso en su estado actual.

-Tomá, te traje ésto; no es mucho... pero algo es algo ¿no?

Me agradece.

-Si querés... No, si querés nada, vos sentate tranquila, te armo yo las galletitas.

Y así estuve, los siguientes minutos, untando mermelada en las galletitas. Le di una, se la comía despacito, muy despacito, disfrutando cada pequeño pedazo de miga. Parecía como si hace mil años que no comiera.

-Gracias negrito ¿Sabés lo bien que cocino yo? Yo hago papas, milanesas, guiso... ¿qué te gusta comer a vos?

Diez de la noche, en ayunas desde el mediodía, el estómago me pedía a gritos que le metiera algo.

-Señora, tiene que saber que está prohibido hablar de comida a esta hora. Tome otra galletita.

-¡Dale negrito! ¿Qué preferís? ¿Ravioles o milanesas?

Me reí.

-¿Qué le dije señora? ¡Que no se puede hablar de comida! Milanesas, milanesas toda la vida.

Se reía ella también. Comía, se le caían algunas miguitas encima, y se reía.

-Cuando me cure voy a volver y te voy a traer algo de lo que cocino yo ¿sabés? ¿vos estás todos los días acá?

Francamente, me cagué de risa. A veces, con muy poco, podemos hacer mucho. Con dos palabras de mierda y un gesto.

-No quiero más negro. Muchas gracias, en serio. Ya está

Me comí la galletita que sobraba.

4 comentarios:

  1. Estimado Martín, "cazador de experiencias", he llegado hasta aquí de la mano de nuestra común amiga Gisele (Gi Rapapport en Facebook), y lo que he visto me ha interesado y gustado tanto que he decidido seguir visitando este lugar con toda la frecuencia posible.

    Te deseo la mayor fortuna en la andadura profesional y bloguera. Y, desde España, un afectuoso abrazo.

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  2. ¡Muchas gracias Francisco!

    He visto algo de su blog y... lo mismo puedo decir, me ha gustado mucho, voy a pasearme seguido. Es bueno que Internet y su era den a cada uno la oportunidad de crear y difundir; es compartir y construir.

    ¡Saludos desde Argentina, y un gran abrazo!

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  3. He leido tu blog pro recomendación de otro gran bloguero, Francisco Doña. Te felicito, es un espacio donde los que hacemos lo mismo que tu nos podemos sentir identificados.

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