miércoles, 18 de julio de 2012

Cada vez


Cada vez que empieza algo nuevo uno tiene la sensación de que debe dar alguna explicación sobre lo que hace. Nuestra sociedad y nuestra cultura nos forman para que seamos capaces de, por lo menos, pensar en aquellos que van a tener que enfrentarse a nuestra obra. En cierto modo uno es aquello que produce para los demás; de esta valoración surge la necesidad de introducir al otro... ¡Qué vocación más cercana a "ser para los demás" que la medicina!
Al grano: un médico elije un camino de servicio, se esgrime en función del otro. El porqué de esta elección es oscuro para la mayoría de nuestros corazones; algunos hablamos de altruismo, otros de ego. En lo personal, considero que no puede existir una cosa sin la otra.
Por eso, más allá de que la sociedad piense al médico en su rol para-los-demás me pregunto qué hay de lo que nosotros buscamos para nosotros mismos. Pensamos en el conocimiento, en el poder: poder acompañar, poder aliviar. Y, accidental, tangencialmente, la sociedad nos inviste de un aura santa, sobrenatural, que nos permite tener acceso a la realidad más íntima de nuestros pacientes.
Un médico es, además de todo esto, un cazador de experiencias. Conocemos los aspectos profundos, a menudo decisivos de la vida de nuestros  pacientes.
Un paciente es, ante todo, una persona; y como dictadura de su condición humana un ser sufriente. El sufrimiento muchas veces está cristalizado en su dolencia, otras no; las más de las veces su dolencia es mera consecuencia o agravante de este sufrimiento que está presente desde mucho tiempo atrás. Nos regalan sus frustraciones, sus alegrías, su experiencia; nos permiten crecer con (o a veces a costa de) ellos.
Lo curioso es que uno tiene la oportunidad de enfrentarse y comenzar a alimentarse de esta realidad antes (mucho, mucho antes) de ser un médico hecho y derecho; con matrícula y con título. Desde el primer momento de nuestra práctica hospitalaria empezamos a sumergirnos en este mundo, a transformarnos de a poco en aquello que queremos ser.
Esta es una recopilación de historias de pacientes, de anécdotas, de vidas que sintieron, amaron, padecieron alegrías y tristezas. Es un alimento para aquellos que deseen no sólo encontrar su destino (o su camino) en la medicina sino también conocer con mayor profundidad la condición humana.
Es también un homenaje a aquellas y aquellos que, sin saberlo, contribuyeron y contribuyen tanto a nuestro crecimiento.

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